Las ermitas, conventos, iglesias y parroquias forman parte esencial del patrimonio cultural, histórico y espiritual de nuestros pueblos y ciudades. Son espacios que hablan de nuestra identidad colectiva, de tradiciones compartidas y de la memoria de generaciones que han encontrado en ellos un lugar de encuentro, fe, acompañamiento y comunidad.
Sin embargo, muchas de estas edificaciones —a veces centenarias, otras incluso milenarias— se enfrentan a riesgos que pueden comprometer su integridad: incendios, daños por agua, fenómenos meteorológicos, actos vandálicos o accidentes fortuitos. Preservar estos bienes no solo es un deber moral y cultural, sino también un desafío técnico y económico que requiere previsión y protección.
Un patrimonio frágil, pero invaluable
El patrimonio religioso es uno de los más extensos y ricos de España. Desde pequeñas ermitas rurales hasta grandes templos urbanos, cada construcción guarda un valor único: artístico, arquitectónico, histórico y simbólico. Muchas conservan en su interior retablos, imágenes, archivos, piezas de orfebrería o bienes litúrgicos de enorme valor y difícil —cuando no imposible— reposición.
Asegurar estos edificios es, por tanto, una responsabilidad imprescindible para garantizar su conservación y continuidad. No se trata solo de reparar un daño material, sino de salvaguardar parte de la historia y del alma de nuestras comunidades.
La prevención como acto de cuidado
Un seguro adecuado permite anticipar escenarios y responder ante imprevistos con rapidez y solvencia. Frente a un incendio, una inundación o un derrumbe, la cobertura adecuada evita la pérdida irreparable de bienes y asegura que la restauración pueda llevarse a cabo sin comprometer los recursos de la comunidad o de la congregación.
Para parroquias y entidades religiosas —muchas de ellas con recursos limitados—, contar con un respaldo profesional y especializado supone tranquilidad y seguridad. Es una forma de cuidar el patrimonio que se les ha confiado.
UMAS: más de 40 años al lado de quienes custodian nuestro patrimonio espiritual
En UMAS llevamos más de cuatro décadas asegurando y acompañando a instituciones religiosas en la protección de sus bienes. Conocemos la singularidad de estos espacios: su valor histórico, su uso comunitario, la convivencia entre actividad pastoral y patrimonio artístico, y también la fragilidad propia de edificios antiguos.
Nuestro modelo mutualista nos permite dedicar más tiempo, recursos y asesoramiento a cada caso, ofreciendo soluciones específicas para templos, conventos, monasterios, casas parroquiales y ermitas rurales. Desde la protección del edificio y su contenido hasta la responsabilidad civil o la gestión de siniestros, nuestro compromiso es claro: cuidar a quienes cuidan del patrimonio de todos.
Preservar hoy para que siga vivo mañana
Asegurar estos espacios no es solo una cuestión técnica, administrativa o económica. Es un acto de responsabilidad hacia las generaciones futuras. Es garantizar que las campanas sigan sonando en los pueblos, que las imágenes procesionales sigan saliendo a las calles, que el arte sacro siga siendo observado y admirado, que los templos continúen siendo lugares de encuentro, consuelo y esperanza.
En definitiva, proteger el patrimonio religioso es proteger nuestra historia común. En UMAS seguiremos trabaja